Hola amig@

A raíz de una entrevista que me hizo la Bióloga Marina Castells en su canal audiovisual (https://odysee.com/@aquiyahoramarina:d/Nutrici%C3%B3n-Simbi%C3%B3tica:a ), Asun Guilarte de Burgos, una clienta y amiga de mucho tiempo, hace pocos días me escribió para contarme su caso. Os reproduzco su testimonio: 

“He escuchado el vídeo entrevista de Luis Lázaro con Marina. Os quiero compartir mi experiencia de abril con el carbón activado. El día antes de empezar a tomarlo me hice análisis de cabello para ver los metales pesados que tenía: Mercurio en 97%, Aluminio, plomo, cadmio, etc. por encima de 65 y 80%.Tomé 15 días la cucharada sopera colmada con 3 vasos de agua. Me hice análisis el 16 día y el resultado fue: Mercurio 52% y el resto de metales por debajo de 20%. Así que el resultado es muy positivo, ayer empecé a tomar otra vez.  Primavera y otoño.Solo tomar 15 días no?

Un abrazo “

Y esta fue mi respuesta:

Gracias ASUN por compartir. Testimonio muy valioso el tuyo. Es conveniente tomar una o dos veces al año la cura del Carbón V. Como lo estás haciendo tú. Porque es muy difícil eliminar los metales pesados y porque vivimos en un entorno altamente oxidativo, en el que día a día nos vamos contaminando con sustancias tóxicas que nos generan radicales libres, a través del aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que ingerimos.

Simplemente empiezas el bote y no terminas el protocolo hasta que lo acabas, que puede ser entre 10 y 15 días aproximadamente; en función de la cantidad que pongas en la cucharada sopera.”

MÁS INFORMACIÓN CARBÓN V

A raíz de este testimonio, hoy voy a hablarte de un asunto muy serio que nos afecta la salud enormemente y cuya erradicación tiene una muy difícil solución: Los metales pesados. Son metales y minerales, que muy a menudo van combinados con otras sustancias químicas tóxicas, que se acumulan en el cuerpo. No se metabolizan y son biocacumulables. 

Una cantidad muy pequeña de estos metales pesados, millonésimas o milésimas de gramo, pueden navegar libremente por la sangre y penetrar en cualquier órgano; incluido el cerebro, porque son capaces de traspasar la barrera hematoencefálica, generando oxidación a su paso y con una duración indefinida en su actividad.

Además de estar emitiendo continuamente radicales libres, nos oxidan por dentro. Son causa de innumerables enfermedades autoinmunes y degenerativas; además de una abundante sintomatología que al principio puede ser de leve malestar como:

  • Dolor muscular y articular
  • Dolor abdominal e intestinal
  • Estreñimiento o Diarrea
  • Distensión abdominal por gases
  • Mal olor corporal 
  • Mareos
  • Nauseas
  • Fatiga
  • Fiebre en décimas que remite a las pocas horas.
  • Eczema
  • Vértigos
  • Migrañas
  • Inflamación general del cuerpo
  • Retención de líquidos

Antes de seguir, hemos de aclarar que nuestro cuerpo requiere de una cantidad variable, de muy pequeña a mayor, de muchos de estos metales y minerales; sin los cuales no podríamos vivir: hierro, yodo, magnesio, manganeso, zinc, cobre, selenio, litio, calcio, silicio, cobalto, molibdeno…Pero la dosis hace el veneno. Esta es una ley muy antigua de la medicina, que no debemos olvidar. Por tanto, un exceso de cualquiera de los minerales y metales arriba mencionados, nos puede causar graves problemas de salud.

Sin embargo, hay otros metales que son muy tóxicos y no solo no los necesitamos, sino que su presencia, por pequeña que sea, es causa de toxicidad metabólica como: mercurio, plomo, aluminio, cromo, arsénico, plutonio o arsénico.

El término de “metal pesado” es un cajón de sastre que incluye desde elementos livianos como el carbono (grafeno) o el aluminio, a otros mucho más densos como el cromo o el plomo.  También podríamos incluir aquí sustancias endógenas como el amoniaco que el propio organismo fabrica, al no asimilar correctamente las proteínas. 

Todos estos metales y minerales tóxicos están en el ambiente, por la contaminación industrial y tecnológica. Provienen de las industrias mineras, la polución de gases de los vehículos y las industrias químicas, la fumigación de herbicidas en la agricultura o los chemstrails que nos envenenan la atmósfera con oscuros y controvertidos propósitos que no viene al caso abordar. Esta contaminación es inevitable porque es ambiental y no podemos controlarla.

Pero también hay otra manera menos pasiva de envenenarnos con metales pesados a través de nuestro estilo de vida: cacharros de cocina (aluminio, antiadherentes, acero inoxidable…), medicamentos y vacunas, agua de grifo o embotellada, comida procesada industrial, carne o pescado no ecológico…

Por tanto, a diario estamos ingiriendo una cantidad incontrolable de metales pesados; además de otros muchos químicos contaminantes como disruptores endocrinos presentes en todo tipo de materiales cotidianos que nos rodean, especialmente los plásticos. Todos estamos afectados por el problema de los metales pesados, salvo que vivamos en plena naturaleza, cultivemos nuestros propios alimentos, tengamos agua de manantial y seamos muy conscientes de lo que comemos y todo sea de procedencia ecológica, la mayoría crudo o cocinado en utensilios de acero-titanio (los únicos testados que realmente no contaminan).

Los metales pesados los ingerimos por la boca, por la nariz y por la piel, por el simple hecho de estar vivos y vivir en el mundo que nos ha tocado. Todos ellos navegan libremente por la sangre y llegan a todas las partes; atacando en síntomas al órgano más débil que tengamos. Aunque muchos de ellos, al final son en gran medida absorbidos por el hígado, el tejido adiposo (la grasa) y en menor medida por el intestino. Por eso hay tanta enfermedad hepática e intestinal hoy en día. 

La contaminación por metales pesados y sustancias químicas  que los acompañan, son una de las principales razones de las actuales pandemias de las enfermedades degenerativas como el cáncer, Parkinson, Alzheimer, osteoporosis … Enfermedades inflamatorias como depresión, SQM, ELA…  o enfermedades autoinmunes como Lupus, Crohn, artrosis.

No podemos evitar a diario ingerir estas sustancias tóxicas; que como hemos dicho son acumulativas y de muy  difícil eliminación. Si podemos tomar conciencia de esta grave situación, procuraremos ingerir los tóxicos menos posibles, cambiando nuestros patrones de comportamiento y estilo de vida.

Por otro lado, limpiarnos de los metales pesados es muy complicado, lento y a veces costoso; según los tratamientos empleados. Todos estamos contaminados de estas sustancias, que nos están oxidando de manera continua e indefinida por dentro como si fueran elementos radiactivos. 

La buena noticia es que, al igual que los ingerimos, podemos expulsarlos por sudor, la orina y las heces. Aunque necesitan un gran empujón para eliminarlos. Debemos de tomar conciencia de esto y buscar la manera de limpiarnos periódicamente de metales pesados y tóxicos químicos; porque sino de poco servirán dietas sanas, deporte o complementos naturales.

Hay muchos protocolos para limpiar  o quelar los metales pesados en el organismo. De hecho, la quelación de metales pesados se ha convertido en una nueva moda o corriente dentro de la medicina, tanto la ortodoxa como la natural. Lo primero sería hacer una analítica de pelo y/o de heces, para saber el grado de toxicidad que tenemos y testarnos los principales metales ya mencionados.

Pero esto lo veremos en el próximo capítulo, así como la forma de limpiarnos de metales pesados de manera natural y por nosotros mismos; sin los costosos tratamientos químicos que proliferan en las clínicas privadas de la medicina alopática y holística.

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