El peligro de la radioactividad ambiental 

Todos estamos contaminados.

En mi ciudad natal de Gijón, durante mi infancia y adolescencia, veía todos los días una pintada de verde fosforito al ir y venir al colegio:

SE ACTIVO O MORIRÁS RADIOACTIVO.

De esto hace más de 50 años. Curiosamente nunca la borraron.

Durante casi 10 años que recuerde, esa pintada marcaba un punto de atención en mi inconsciente cada vez que la veía.

Tal vez fue debido a ver esa pintada miles de veces, que mi destino  fue marcado en un compromiso de ser coherente vitalmente con una trayectoria ecológica y buscando la autosuficiencia en la salud y el hábitat.

Desde entonces, la radioactividad ambiental ha aumentado en el mundo docenas, sino cientos de veces.   

Esto se debe sobretodo a causas artificiales: exposición a contaminación electromagnéticas (antenas 4G y 5G), chemstrails, vertidos de aguas radiactivas de centrales nucleares, accidentes en centrales nucleares, ensayos de armas nucleares, contacto con aparatología médica de analíticas (rayos X, tomografías, angiografías…), lluvia radioactiva…

 

Hoy tenemos dos grandes riesgos de exposición a altas dosis de radioactividad ambiental:

– Una guerra mundial que use bombas atómicas

-Una exposición continuada a altas dosis de radioactividad por contaminación ambiental

 

El primer riesgo, de un conflicto bélico que use armas radioactivas, es cada vez mas grandes:

Guerra de Ucrania, Guerra Israelí-Palestina que pueda extenderse al mundo islámico, posible guerra de China por recuperar Taiwan y amenaza de guerra entre las dos Coreas…

El segundo riesgo, de contaminación radioactiva ambiental cada vez mayor por las diferentes causas ya mencionadas, está pasando y es totalmente real.

El vertido de aguas residuales nucleares tratadas de la central nuclear japonesa de Fukushima al océano Pacífico ha generado preocupación en todo el mundo.

 El plan para verter gradualmente más de un millón de toneladas de agua tratada procedente de la accidentada central nuclear está generando gran inquietud en EEUU, China y Rusia, donde ya se empiezan a prohibir alimentos que provengan de esa zona. 

Esas aguas residuales, que contienen un isótopo radiactivo llamado tritio y posiblemente otros restos radiactivos, han sido tratadas para minimizar su radiactividad, pero los países vecinos y otros expertos afirman que supone una amenaza medioambiental que durará generaciones y puede afectar a los ecosistemas de todo el planeta.

Por otro lado, en los últimos 40 años, al menos han sido vertidos a los océanos de todo el mundo más de 300.000 toneladas de deshechos radiactivos en barriles de metal; procedentes de las centrales nucleares. Bajo el lema “fuera de la vista, fuera de la mente”, el vertido de desechos nucleares fue la forma más fácil y barata de deshacerse de ellos. Y nadie dijo nada.

Ahora la mayoría de esos barriles radiactivos están en el mar del norte y cerca de las costas de Europa, provenientes de Rusia, Inglaterra y Francia; contaminando durante miles de años toda la vida en los océanos de todo el planeta.

Este mes de octubre, ha comenzado la segunda fase del vertido al océano de las aguas radiactivas de Fukushima. Se prevé lanzar al medio ambiente 1,3 millones de m3 de agua contaminada en los próximos 30 años.

Pero las centrales nucleares de todo el mundo han vertido de manera rutinaria agua radiactiva, que contiene tritio y otros isótropos radiactivos, durante más de 60 años sin que nadie proteste. Faltan datos de lo que esta contaminación radiactiva significa para la salud humana y el medio ambiente marino.

Greenpeace ha dicho que los riesgos radiológicos no habían sido evaluados completamente y que los impactos biológicos del tritio, el carbono-14, el estroncio-90 y el yodo-129, que se liberarán como parte de la descarga, “han sido ignorados”.

Lo que es evidente es que toda esa carga radiactiva ha pasado del agua a las plantas y los animales marinos. Y de ellos a la cocina y los estómagos de la mayoría de las personas que consumen pescados. No solo es el mercurio y otras sustancias tóxicas que habitan en el pescado que comemos. También la radiactividad.

Pero tranquilo, no te cabrees ni te entre el miedo. Dicen los expertos que el estrés, la ansiedad y el miedo terminan siendo en muchos sentidos una amenaza más grande  para la salud y el bienestar a largo plazo que la propia contaminación radioactiva.

‘Los efectos psicológicos fueron los efectos de salud más grandes de todos’, dijo Fred Mettler, profesor emérito de la Universidad de Nuevo México y uno de los principales líderes del mundo sobre la radiación, quien estudió Chernóbil para la Organización Mundial de la Salud. ‘Al final, eso es lo que realmente afecta a la mayoría de las personas.’

En las zonas afectadas por el accidente de Chernóbil en 1986, un sentido de desesperanza paralizante se presentó y se transmitió de generación en generación. “Lo que sabemos por experiencia es que la huella psicológica de un desastre nuclear no sólo puede ser masivo, sino hasta mayor que el efecto de la radiación en muchos caso”, dijo Becker. 

Así que no perdamos la calma. Hay formas de eliminar esta contaminación radioactiva en nuestros cuerpos y también en el medio ambiente. De esto iremos hablando en próximas entregas.

De momento solo te adelanto que en Microviver hemos elaborado un protocolo para neutralizar estos contaminantes; que describiremos con más profundidad.

 

Si estás interesado en este protocolo escríbenos  y te lo enviaremos.

Si deseas contactar con nosotros:

pedidos@microviver.com 

+34 655 249 900

Os animo a experimentar TODO por vosotros mismos.

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