¡¡Sé activo o morirás radioactivo!!
La energía nuclear natural es el motor que ha dado la vida a este planeta y a su biosfera.
Desde la radiación natural del suelo hasta los rayos cósmicos que constantemente nos bañan, provenientes del sol y el espacio exterior, la radiactividad natural es un ingrediente más, que ha contribuido a la existencia de la vida.
Pero la actividad tecnológica humana, desde la experimentación con bombas atómicas a las centrales nucleares, han potenciado cientos o miles de veces esa radiación atómica; generando una contaminación de la tierra, el agua y el aire que han puesto en peligro la vida en la biosfera tal y como la conocemos.
Veíamos en la anterior entrega cómo la radioactividad puede contaminar los océanos y por ende los alimentos que provienen de la mar: algas, pescados, mariscos…
Hoy veremos cómo afectan al suelo y a toda la cadena trófica.
El más importante y abundante de los nuevos isótopos radiactivos generados por el ser humano y vertidos al medioambiente es el Cesio137 . Tiene una vida media de 30 años, lo que garantiza una larga permanencia en los lugares donde se deposita.
El cesio (137Cs ) es un metal alcalino como el potasio (K), por lo que puede tener un comportamiento metabólico parecido a este elemento. Teniendo en cuenta que la bomba de sodio-potasio es el instrumento principal que tiene nuestro cuerpo para generar la energía, que el cesio radioactivo pueda sustituir al potasio supone un alto riesgo de disfunciones metabólicas; tanto en plantas como en animales y por supuesto en los humanos.
Las principales formas de precipitación ambiental del 137Cs son sólidas o líquidas, siendo estas últimas mucho más importantes.
Por ejemplo, después del accidente de Chernobyl, se estimó que la actividad de 137Cs en la lluvia fue 350 veces mayor que la del aire.Se ha constatado que los microorganismos del suelo, tanto los microhongos como las bacterias tiene alta capacidad de retener 137Cs.
A pesar de que un gran porcentaje del 137Cs es inmovilizado en el suelo, una fracción es absorbida por las plantas, y de esta manera ingresa a la cadena trófica. Cuando existe contaminación radiactiva en los suelos, la entrada de 137Cs a la dieta humana se lleva a cabo por medio del consumo de cereales, carne y principalmente leche, mientras que los frutos y vegetales aportan cantidades menores. Entre las principales enfermedades que se producen por el 137Cs son diversos tipos de cánceres que atacan a diferentes tejidos.
El cuerpo nos está pidiendo una desintoxicación de metales pesados, de radioactividad y de electromagnetismo producido por la civilización tecnológica en la que vivimos.
El YODO: es un Micronutriente Esencial para el final de los tiempos que estamos viviendo
Vivimos en una sociedad donde los alimentos industriales (y en gran medida los ecológicos) vienen escasos de sus micronutrientes esenciales. Todos estamos carentes de casi todas las vitaminas, minerales y aminoácidos que necesitamos, aunque nos alimentemos bien.
En especial el YODO es un mineral esencial no solo para el normal funcionamiento de la tiroides, sino para el cerebro, la piel y muchos otros órganos.
Debido al refinamiento de la sal, a la escasa ingesta de algas marinas y a la gran contaminación electromagnética y radiactiva que sufre el planeta, esta ausencia de yodo en nuestro organismo es causante de grandes desequilibrios corporales y psíquicos.
Además de ser esencial para la función saludable de la tiroides y para tener un metabolismo eficiente, cada vez hay más pruebas de que la deficiencia de yodo está relacionada con numerosas enfermedades, incluyendo el cáncer.
La cantidad de YODO diaria recomendada a tomar (CDR) un tema controvertido. De entrada las autoridades sanitarias recomiendan 150 mcg (millonésimas de gramo). Pero hay estudios de medicina ortomolecular que demuestran que esa cantidad es insuficiente y necesitamos en ocasiones entre 10 a 100 veces más.
Pero a la vez, se ha demostrado también que un exceso de YODO puede producir desequilibrios hormonales y de otros tipos en el organismo. Así que deberíamos de ser prudentes a la hora de ingerirlo.
¿Cuánto YODO hay que tomar y para qué sirve?
Es importante saber que el cuerpo no utiliza el yodo que tomamos directamente, sino que lo tiene que procesar iónicamente para transformarlo en tiroglobulina. La tiroides sólo transporta YODO en su forma ionizada (es decir, el yoduro).
Los pescados y los mariscos son una de las fuentes principales de YODO. Pero para obtener 150 mcg de yodo todos los días de los peces, usted tendría que comer al menos 150 gramos de pescado al día. La mayoría de la gente no come ni 10 g de pescado al día, así que casi nadie tomaría suficiente YODO de esta manera.
Por otro lado, el pescado hoy en día es una de las mayores causas de contaminación por metales pesados, en especial el mercurio. También ya hemos visto en el capítulo anterior, que la radioactividad artificial ha contaminado todos los océanos y anida en los peces; con lo cual esta no es la mejor fuente recomendable de ingerir el YODO.
Las algas y en especial la KELP son la mejor y mas abundante fuente de yodo natural. Pero deberíamos de tomar entre 50 g y 70 g diarios de KELP para lograr la CDR de YODO que necesitamos; lo cual tampoco sería viable.
Finalmente, los suplementos de YODO, en especial de Yoduro de Potasio, son la mejor opción, combinados con las algas, para mantener diariamente el CDR que necesitamos. Podemos probar esta suplementación una temporada, hasta notar los beneficios, para luego ir bajando su ingesta diaria.
Como ya hemos dicho, en Microviver hemos creado un
Protocolo anti-radioactivo preventivo
Que tiene como producto estrella el ALGASHI que contiene las 8 algas principales con mayor concentración de YODO natural que existen, fermentadas de manera tradicional en bokashi (salvado de arroz ecológico).
A esto hemos añadido Yoduro de Potasio que garantiza el CDR y la biodisponibilidad del YODO que ingerimos.
Si quieres recibir la información el Protocolo Anti-Radioactivo completo escríbenos solicitándolo y te lo enviaremos gratis.
Para más información, consultar con el LAB de Microviver en pedidos@microviver.com
